domingo, 10 de julio de 2011

Hacia la decolonización del pensamiento en Perú y Latinoamérica




Nuestro querido Perú tiene una larga historia colonial que se remonta al viejo siglo XVI (después de la llegada de Cristóbal Colón a América) y se extiende durante muchísimos años hasta inicios del siglo XIX. Como sabemos, los españoles y los portugueses fueron los principales conquistadores de estos territorios, aunque también participaron de la ocupación (algunos inclusive hasta hoy) Francia, Holanda, Estados Unidos, entre otros. Pero los principales fueron, sin duda, los españoles y los portugueses.

Antes de que esos pueblos llegaran a América, estas tierras eran habitadas por algunas civilizaciones muy fuertes, como la azteca, la maya y la inca y por otras con menos poder. Las diversas resistencias que ofrecieron dichas civilizaciones fueron poco fructíferas para mantener una posición hegemónica, de modo tal que los españoles y portugueses ganaron las batallas militares, que los llevaron a expandir su imperio por América.

El poder de los españoles trató de ocupar diversos campos de la cultura en el Perú. Me refiero a la cultura española: su religión, su derecho, sus instituciones políticas y económicas, su moral, su conocimiento científico, su estética, etc. Aquello que ellos representaban se convirtió en lo oficial. Lo español devino en lo oficial. En los círculos oficiales de las élites en América no había mas espacio para la cosmovisión indígena.

Los indígenas mismos y sus saberes, su ciencia, fueron subordinados. Según las ciencias y el conocimiento europeo, aquello que sabían los indígenas no podía ser considerado ciencia. El derecho indígena fue llamado costumbres, la religión indígena fue llamada superstición, etc. Luego de largas discusiones, la teología y la filosofía europeas llegaron a la conclusión de que el indígena es un ser humano, que tiene un alma, pero que su compresión del mundo no está suficientemente desarrollada. Por eso le dieron a los indígenas el estatus de menor de edad.

Esa concepción del mundo, producto del colonialismo, fue oficial en la América colonial. Igualmente el colonialismo integró al Perú y los demás pueblos al mercado mundial en el que se encontraba España. El rol de los territorios peruanos era básicamente producir materias primas, las cuales eran llevadas a los regímenes del centro.

Como se sabe, a fines del siglo XVIII e inicios del XIX hubo varias revoluciones en América Latina y el Perú fue incorporado lentamente en los procesos de independencia, que llevaron a una ruptura formal con el colonizador. Desde hace unos años se celebra en varios países de América Latina el bicentenario de la independencia de España y Portugal. Sin embargo, varias características del colonialismo están presentes aún en nuestras sociedades postcoloniales.

Los pueblos indígenas, los que todavía existen, viven aún subordinados, son normalmente muy pobres y tienen un deficiente acceso a los sistemas oficiales de salud, educación, justicia, etc. El conocimiento y las ciencias europeas -y ahora la estadounidense- son todavía oficiales. Por ejemplo, en el campo del derecho y ciencias políticas usamos ortodoxamente instituciones y conceptos construidos por las ciencias europeas o estadounidenses, como estado de derecho, democracia, poder judicial, etc. El Perú sigue integrado en el mercado mundial, empoderándose como exportador de materias primas.

En ese contexto es necesario impulsar una reflexión sobre el colonialismo y el postcolonialismo en la dirección de decolonizarnos. Y el primer paso, es evidentemente tratar de decolonizarnos a nosotros mismos: decolonizar nuestro pensamiento. Por ejemplo, es preciso dejar de pensar que la cultura estadounidense o la cultura eruopea, su cosmovisión, es la mas desarrollada, la mas moderna. Asimismo, sería bueno dejar de considerar incivilizadas a las manifestaciones propias de las culturas latinoamericanas, como la justicia de las rondas campesinas. Por el contrario, la relación con nuestra propia cultura y la relación con otras culturas deben basarse en un respeto general.

En segundo lugar, sería importante que nuestras élites intelectuales contribuyan a afianzar los procesos de decolonización, que se están gestando a lo largo del continente. Para ello es fundamental su aporte en la producción de conocimiento original, de teorías que sean mas adecuadas para interpretar la realidad latinoamericana. Y en esa labor, resulta especialmente importante considerar que el Perú se encuentra inmerso en un sistema-mundo, donde los países centrales juegan un papel distinto a los países de la periferia. En ese sentido, analizar las relaciones de poder entre el centro y la periferia es de vital importancia.


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cuadros: Guayasamín

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